A El aislamiento y la soledad podrían aumentar el riesgo de muerte entre las personas mayores

Un estudio halló que la falta de contacto social era un mayor predictor de muerte prematura que sentirse solo.

Las personas mayores que están socialmente aisladas y solas podrían estar en un mayor riesgo de muerte precoz, informan investigadores británicos.

La falta de contacto social podría ser un factor de riesgo incluso mayor que la soledad, añadieron. Sin embargo, no está claro por qué el aislamiento es un predictor tan potente de la muerte.

"El contacto social es un aspecto fundamental de la existencia humana. La evidencia científica es que estar socialmente aislado probablemente sea malo para la salud, y podría conducir al desarrollo de enfermedades graves y una menor esperanza de vida", apuntó el investigador líder, Andrew Steptoe, director del Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud del Colegio Universitario de Londres.

También se ha realizado alguna investigación que sugiere que la soledad tiene asociaciones similares con una mala salud, comentó.

"De varias maneras, el aislamiento social y la soledad son dos caras de la misma moneda. El aislamiento social indica una falta de contacto con amigos, parientes y organizaciones, mientras que la soledad es una experiencia subjetiva de la falta de compañía y contacto social", explicó Steptoe.

Los investigadores hallaron que el aislamiento social era un predictor más constante de no supervivencia que la soledad, y se relacionaba con un mayor riesgo de morir incluso tras tomar en cuenta la edad y los antecedentes de salud, dijo.

Un experto comentó que los hallazgos fueron un tanto inesperados.

"Se podría pensar que la soledad agravaría el riesgo de mortalidad, en lugar de solo el aislamiento. Resulta algo sorprendente", dijo el Dr. Bryan Bruno, presidente en funciones de psiquiatría del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, quien no participó en el estudio.

Sin embargo, explicó Steptoe, "saber qué tan solitarios se sentían los participantes no amplió nuestra capacidad de predecir la mortalidad futura. Esto no quiere decir que la soledad no sea importante, o que no debamos luchar por reducir la soledad en los hombres y las mujeres mayores", enfatizó.

"Pero debemos estar atentos a las interacciones sociales de las personas mayores, dado que mantener los contactos sociales en las personas mayores y reducir el aislamiento podría ser particularmente importante para su supervivencia futura", añadió Steptoe.

Bruno concurrió en que el aislamiento es un factor significativo tanto en una calidad de vida reducida como en la mortalidad. "Es un problema difícil y desafiante", comentó.

"Con frecuencia educo a mis pacientes mayores sobre el riesgo asociado con el aislamiento, y les exhorto a pasar tanto tiempo como puedan con otras personas, ya sean familiares o amigos, o a unirse a grupos, organizaciones comunitarias o a voluntariados", anotó Bruno.

El informe aparece en la edición en línea del 25 de marzo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para observar los riesgos de la soledad y el aislamiento social sobre la muerte, el equipo de Steptoe recolectó datos sobre 6,500 hombres y mujeres a partir de los 52 años de edad que participaron en el Estudio longitudinal inglés sobre el envejecimiento en 2004.

Las personas que tenían un contacto limitado con los familiares, los amigos o la comunidad fueron calificadas como socialmente aisladas. Los investigadores usaron un cuestionario para evaluar la soledad, que se describió en la información de respaldo del estudio como una "insatisfacción con la frecuencia y la intimidad de los contactos sociales, o la discrepancia entre las relaciones que tienen y las que les gustaría tener" de las personas.

Durante casi ocho años de seguimiento, 918 personas murieron, y tanto el aislamiento social como la soledad predijeron una muerte temprana.

Sin embargo, el aislamiento social aumentó el riesgo de morir independientemente de la salud y otros factores, mientras que la soledad aumentó el riesgo de morir solo entre los que tenían problemas mentales o físicos subyacentes, hallaron los investigadores

 

H Herpes labial: ¿Afecta el virus a la pérdida de memoria?

Herpes labial: ¿Afecta el virus a la pérdida de memoria? Según revela un nuevo estudio, la respuesta es sí. El virus que provoca el herpes labial puede influir en la función cognitiva, junto con otras infecciones bacterianas o virales, tal y como han constatado los investigadores en el que analizaron las habilidades de la memoria y el pensamiento de más de 1.600 pacientes. Otro dato que se extrae de este estudio es que las mujeres somos vulnerables a esta relación entre el virus del herpes labial y la pérdida de memoria.

Un nuevo factor de riesgo de la pérdida de memoria. Esto es lo que ha constatado un nuevo estudio de investigación, realizado por el Centro Médico de la Universidad de Columbia en Nueva York, en colaboración con la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, y en el que han participado más de 1.600 pacientes (con una edad media de 69 años), a los que se les ha realizado un seguimiento durante un periodo de ocho años. Los resultados, publicados en Neurology, abren una vía de investigación al desvelar la posible relación entre el virus que provoca el herpes labial (infección que, además, puede ser recurrente) y los problemas cognitivos. Y no es la primera vez que se sugiere esta relación, porque en otro estudio que se llevó a cabo en Reino Unido los investigadores encontraron ADN del virus del herpes en las placas amiloides de algunos pacientes con Alzheimer.

Atendiendo a los resultados de este nuevo estudio, aquellos pacientes que arrojaban niveles más altos de infección en la sangre (valores medidos por el nivel de anticuerpos), lo que a su vez revela una mayor exposición a los patógenos (entre ellos el causante el herpes labial, el virus del herpes simple 1, el cual puede permanecer latente en el organismo y reactivarse por estrés emocional, fiebre o por alteraciones hormonales), eran más propensos a padecer alteraciones cognitivas frente a los que presentaban niveles de infección más bajos. En concreto, los mayores niveles de infección aumentaban hasta un 25% el riesgo de obtener una puntuación baja en la prueba cognitiva común (a la que denominaron mini examen del estado mental).

Una asociación que, según constató el estudio, era más evidente y mayor en el caso de las mujeres y, especialmente, entre aquellas personas más sedentarias o que menos ejercicio físico realizaban. En concreto, durante la investigación, se analizaron un total de 5 infecciones de bajo grado en la sangre, tales como tres tipos de virus (herpes simple tipos 1 y 2 y citomegalovirus), la bacteria Helicobacter pylori (presente en el estómago) y Chlamydia pneumoniae (infección respiratoria).

Aunque los investigadores apuntan a que los resultados deben analizarse más a fondo, lo que sí es cierto es que este estudio abre una nueva vía de investigación para mejorar el diagnóstico y adelantarse al riesgo de deterioro cognitivo. Un estudio que centra la atención en un potencial factor de riesgo de la pérdida de memoria y que permitiría mejorar la prevención. Así, los especialistas apuntan a que, la posibilidad de identificar a aquellas personas más vulnerables a padecer problemas cognitivos, permitiría adelantarse a los tratamientos. Asímismo, subrayan que tanto la promoción del ejercicio físico, como la vacunación contra el virus desde la infancia, podrían ayudar a reducir los riesgos de padecer problemas de memoria a medida que nos vamos haciendo mayores.

 

S Asocian alto consumo de soya con mayor supervivencia en mujeres con cáncer pulmonar

Las mujeres con cáncer pulmonar que más soya consumen antes del diagnóstico vivirían más que las que no tienen ese hábito alimentario.

En un nuevo estudio sobre 444 participantes chinas con ese tipo de cáncer, un equipo halló que las que más leche de soja, tofu y productos similares consumían eran un 7-8 por ciento menos propensas a morir en 13 años que aquellas con un consumo promedio de soja.

"Este es el primer estudio que sugiere esta asociación. Aunque el hallazgo es promisorio, sería prematuro hacer una recomendación por un solo estudio", dijo el autor principal, doctor Gong Yang, de la Facultad de Medicina de la Vanderbilt University, en Nashville, Estados Unidos.

En un estudio publicado en el 2012, el equipo de Yang había hallado que las mujeres que más soja consumían eran menos propensas a desarrollar cáncer pulmonar.

"Entonces, nuestra hipótesis era que si las personas con ese hábito padecían el cáncer, la enfermedad no sería tan agresiva", indicó el autor.

El equipo estima que sólo el 15 por ciento de las estadounidenses que desarrollan cáncer pulmonar siguen con vida a los cinco años del diagnóstico, por lo que cualquier aumento de la supervivencia sería importante.

Los autores utilizaron información del Estudio sobre la Salud de las Mujeres de Shanghái; cada dos o tres años, desde 1997, las 75.000 participantes respondieron un cuestionario.

Hasta el 2010, 444 mujeres desarrollaron cáncer pulmonar; 318 de ellas murieron. Tenían alrededor de 66 años al momento del diagnóstico y el 92 por ciento nunca había fumado.

Antes del diagnóstico, las mujeres consumían unos 16 gramos de soja por día. Las que consumían aún más, entre 21 y 31 gramos por día, eran un 7-8 por ciento menos propensas a morir durante el estudio que las que ingerían unos 16 gramos diarios.

Por otro lado, las que consumían apenas 6 gramos por día eran un 40 por ciento más propensas a morir en ese período.

"Este estudio longitudinal aporta la primera prueba de que el consumo de alimentos derivados de la soja antes de la aparición del cáncer de pulmón influiría favorablemente en los resultados clínicos de las mujeres", publica el equipo en Journal of Clinical Oncology.

Pero Matthew Schabath, del Centro de Oncología Moffitt de Tampa, en Florida, y que no participó del estudio, insistió en que el estudio no prueba que consumir soja pueda prevenir la muerte en las personas con cáncer pulmonar.

Schabath explicó que las mujeres que consumen mucha soja podrían tener un mejor estado de salud general, por ejemplo, y por eso se esperaría que vivan más que aquellas con mala salud.

Para los autores, se necesitan más estudios sobre la soja y el cáncer pulmonar para replicar estos resultados.

"Por ahora, es apenas un grano de sal hasta que los ensayos clínicos validen los datos", dijo Schabath.

 

R Las resonancias magnéticas pueden ser innecesarias en pacientes con dolor de espalda

Más de la mitad de las resonancias magnéticas que se realizan a los pacientes con dolores de espalda podrían ser "innecesarias", según ha evidenciado una investigación realizada por la Universidad de Alberta (Canadá).

Este trabajo, que ha sido publicado en la edición 'on line' de la revista 'JAMA Internal Medicine', demuestra que este procedimiento es utilizado "en exceso" en estos pacientes. No obstante, los especialistas confirman que éste es "a menudo necesario" para enfermos con continuos dolores de cabeza.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores han examinado los casos de un millar de pacientes que solicitaron la baja por molestias en la espalda o la cabeza. Tras ello, han confirmado que menos de la mitas de las resonancias efectuadas a los enfermos de espalda fueron apropiadas, mientras que sí lo fueron en un 83 por ciento de los casos de pacientes con dolor de cabeza.

A juicio del miembro de este centro universitario canadiense e investigador principal del estudio, el doctor Derek Emery, "hay que medir los recursos sanitarios cuidadosamente", al igual que ocurre con la totalidad de las pruebas médicas.

Debido a que las resonancias magnéticas "no representan un riesgo de exposición a radiación, como sí es el caso de las radiografías y las tomografías computarizadas", el experto concreta su preocupación en cuanto al exceso de resonancias magnéticas "en el costo". Para el investigador Frederick Korley, que no participó en el estudio, éstas "son mucho más caras que los rayos X".

Como ejemplo, expone que una tomografía computarizada de estómago representa un gasto de 308 euros, mientras que una resonancia magnética en la misma parte anatómica "cuesta cerca de 770 euros". Por ello, los expertos insisten en que éstas pruebas, "que incomodan al paciente", son innecesarias en algunos casos.