F Dejar de fumar reduce el riesgo de problemas cardiacos, incluso si se aumenta de peso

Un estudio a largo plazo muestra los beneficios en la salud cardiaca de dejar el hábito aunque se gane algo de peso.

Aunque muchos fumadores temen el aumento de peso que a menudo conlleva el dejar de fumar, un estudio reciente sugiere que ese peso adicional no contrarrestará los beneficios en la salud de dejar de fumar.

El estudio, que contó con más de 3,200 personas adultas de EE. UU., halló que los fumadores que lo habían dejado redujeron su riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular a la mitad. No importaba si ganaban peso después de dejar de fumar.

"Esto vuelve a confirmar a los fumadores que los beneficios de dejar de fumar siguen siendo mucho mayores que cualquier pequeño riesgo para la salud que pueda ocasionar el ganar peso", indicó el Dr. Michael Fiore, fundador del Centro de Investigación e Intervención en Tabaco de la Universidad de Wisconsin, en Madison.

La investigación sugiere que la mitad de las mujeres y la cuarta parte de los hombres que fuman están preocupados por el peso que ganarían si dejaran de fumar.

"El aumento de peso es una razón habitual que los fumadores señalan para no dejar de fumar", comentó Fiore, que coescribió un editorial que acompañaba al estudio en la edición del 13 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association.

Por supuesto, el miedo a ganar peso podría deberse a razones de salud o no. Algunos fumadores quieren evitar esos kilos adicionales por una razón "cosmética", afirmó el Dr. James Meigs, autor principal del estudio y médico en el Hospital General de Massachusetts.

Pero con respecto a la salud cardiovascular, agregó Meigs, los nuevos hallazgos muestran que ganar peso no es una excusa para no dejar de fumar.

Fiore se mostró de acuerdo. "Dejar de fumar es lo mejor que puede hacer por su salud", aseguró.

Los hallazgos se basan en 3,251 personas adultas que participaron en el Estudio de Descendientes de Framingham, una ramificación a largo plazo del Estudio Cardiaco de Framingham. Dentro del periodo de tiempo considerado, de 1984 a 2011, los participantes se sometieron a exámenes de salud aproximadamente cada cuatro años; al principio, el 31 por ciento eran fumadores, pero en el último examen, esa cifra se había reducido hasta el 13 por ciento.

Durante el periodo del estudio, 631 personas sufrieron un ataque cardiaco, un accidente cerebrovascular, insuficiencia cardiaca o de arterias de las piernas obstruidas, o fallecieron por problemas cardiovasculares. Pero los antiguos fumadores tenían solo la mitad del riesgo de los actuales fumadores, aunque hubieran ganado peso. Y como ocurre habitualmente, habían aumentado de peso: un promedio de 5 a 10 libras (de 2.26 a 4.5 kilos) en los años siguientes a dejar de fumar.

"De manera que el mensaje es: sí, puede esperar que ganará peso en los primeros años después de dejar de fumar", afirmó Meigs. "Pero, aun así, reducirá su riesgo de enfermedad cardiovascular a la mitad".

Los investigadores también se centraron en los participantes del estudio con diabetes, un factor de riesgo importante de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular. Descubrieron que las personas que dejaron el hábito de fumar experimentaban una reducción del riesgo parecida a la de los fumadores sin diabetes. Pero el hallazgo no fue significativo desde el punto de vista estadístico, lo que significa que pudo deberse a la casualidad.

No obstante, Meigs hizo hincapié en que el descubrimiento no significa que las personas con diabetes no se beneficien de dejar de fumar. Culpó a las estadísticas: simplemente no había las suficientes personas en el estudio que fueran fumadoras, tuvieran diabetes y sufrieran de un problema cardiaco como para obtener un dato estadísticamente fiable.

Y Meigs indicó que, para un fumador con una afección cardiaca importante como la diabetes, dejar de fumar sería incluso más importante.

Pero incluso aunque ganar peso no contrarrestará los beneficios para el corazón de dejar de fumar, muchos fumadores quizás quieran evitar pasar por eso de todas maneras. "Y hay algunas cosas que usted puede hacer para minimizarlo", comentó Fiore.

Una de ellas sería empezar a hacer ejercicio. "Introduzca algo más de actividad física en su rutina diaria", aconsejó Fiore. Y como premio, añadió, la investigación sugiere que el ejercicio puede ayudar a rebajar las ansias de nicotina.

Vigilar la dieta es clave, comentó Fiore, porque los fumadores a menudo recurren a los alimentos dulces y grasos cuando intentan dejar de fumar. También hay evidencias de que los chicles y las pastillas de nicotina pueden ayudar a evitar el aumento de peso. No se sabe con certeza la razón, pero puede ser por los efectos de la nicotina en el metabolismo, comentó Fiore.

Fiore recibió el apoyo de Pfizer para realizar un estudio de su medicamento para dejar de fumar, el Chantix. Algunos de los coinvestigadores de Meigs en este trabajo mantienen una relación con compañías que elaboran o están elaborando productos para dejar de fumar. Este estudio fue financiado por becas de los gobiernos de EE. UU. y Suiza. El estudio fue dirigido por la Dra. Carole Clair, de la Universidad de Lausana en Suiza.

 

 

C Las personas de mediana edad optimistas tienen mejores niveles de colesterol bueno

Las personas de mediana edad que se sienten optimistas tienen mejores niveles de colesterol bueno y de otros marcadores de salud cardiovascular, tal y como ha evidenciado una investigación realizada por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard.

 Este trabajo, que ha sido publicado en la edición 'on line' de la revista especializada 'The American Journal of Cardiology', demuestra existe una conexión entre el optimismo y los lípidos sanguíneos. Esta puede explicarse "por la tendencia de las personas optimistas a tener un peso corporal saludable y a seguir una dieta prudente", señalan los expertos.

 A juicio de la profesora de este centro universitario norteamericano y autora principal del estudio, la doctora Julia Boehm, la salud psicológica y la física "están relacionados entre sí". Por ello, apuesta por ver el mundo con optimismo, ya que "puede tener algunos beneficios tangibles para la salud".

Ya en el pasado, la experta y sus colegas descubrieron que este estado de ánimo acarrea un menor riesgo de ataque cardiaco. Sin embargo, ahora han dado un paso más al realizar un seguimiento a casi un millar de personas de entre 40 y 70 años.

Tras ello, han constatado que las personas con mayor optimismo tienen lipoproteínas de más alta densidad, "la forma deseable de colesterol que se cree que protege contra enfermedades del corazón". Además, sus niveles de triglicéridos, las moléculas grasas que intervienen en el endurecimiento de las arterias, son más bajos.

Por el contrario, se ha confirmado que el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular "aumenta en las personas deprimidas", explican. Sin embargo, subrayan que aún es necesaria más investigación.

Los autores le atribuyen por lo menos algo de esa relación a la tendencia de esas personas a conservar un peso saludable y a tener una alimentación "prudente".

"Es un resultado más que sugiere que nuestra salud psicológica y física están interconectadas, y que tener una mirada optimista del mundo tendría efectos tangibles en nuestra salud", dijo la autora principal, Julia Boehm, investigadora de la Facultad de Salud Pública de Boston

Estudios previos del mismo equipo habían demostrado que existe una relación entre el optimismo y un descenso del riesgo de infarto.

Ahora, el equipo analizó los datos de los 990 participantes, de entre 40 y 70, del estudio Mitad de la Vida en Estados Unidos obtenidos con entrevistas telefónicas y análisis de laboratorio.

El nivel de optimismo registrado en las entrevistas se midió con una escala del 6 al 30, según el nivel de acuerdo o desacuerdo con frases como "En momentos inciertos, espero que suceda lo mejor".

En The American Journal of Cardiology, el equipo publica que los participantes más optimistas tenían niveles más altos de colesterol HDL, que es el que protege contra las enfermedades cardiovasculares, y niveles más bajos de triglicéridos, las moléculas de grasa que endurecen las arterias.

Los autores no hallaron una relación entre el optimismo y el nivel de colesterol total o LDL, que es el colesterol "malo".

Por cada 5 puntos más en la escala de optimismo, el HDL en sangre aumentaba 1 mg/dL, lo que se traduciría en un 3 por ciento menos de riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca. El ejercicio, por ejemplo, reduce el riesgo cardíaco un 6 por ciento.

"Honestamente, no estoy sorprendido. Era lo que esperaba", dijo el doctor Franz Messerli, cardiólogo del Hospital Roosvelt de St. Luke, Nueva York, y que no participó del estudio.

Agregó que aún es imposible decir si el optimismo produce un cambio en el colesterol o si el colesterol influye en la percepción del mundo, o si ambos dependen de una tercera variable.

Cuando el equipo consideró el estilo de vida, incluida la dieta, el consumo de alcohol y el peso, se debilitó la relación entre el optimismo y las grasas en sangre.

Eso sugiere que la tendencia de los optimistas a tener un estilo de vida y un peso más saludable explicaría "en parte" las diferencias en los niveles de lípidos en sangre.

"Una actitud positiva tendría consecuencias de largo alcance en distintas áreas de la vida", dijo la doctora Hilary Tindle, especialista en medicina del cuerpo y la mente de University of Pittsburgh, pero que no participó del estudio.

En cambio, comentó Messerli, el riesgo de tener un infarto o un accidente cerebrovascular aumenta en las personas depresivas.

"Pero nadie demostró lo opuesto: que si, de pronto, una persona pasa del pesimismo al optimismo, su riesgo disminuya", precisó el especialista.

 

 

 

 

 

A Después de ictus, caminar puede ayudar

Tomando en cuenta que es un ejercicio fundamental para mantener el peso, también puede mejorar la calidad de vida.

 

Un estudio publicado en "Stroke: Journal of the American Heart Association", recomienda caminar a paso ligero, después de haber sido afectado por un derrame cerebral ya que puede beneficiar la condición física, la movilidad y sobre todo la calidad de vida.

 

El estudio requirió de la ayuda de 128 sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares; los voluntarios de dividieron en grupos, uno de ellos caminó a paso ligero al aire libre, tres veces por semana en un lapso de tres meses.

 

El otro grupo únicamente recibía un masaje terapéutico pero hacia ejercicio supervisado.

 

Los resultados obtenidos demostraron que el grupo que realizaba paseos tuvo una mejoría en la calidad de vida del 16.7% gracias a su salud física, además los miembros de este mismo grupo podían andar un 17.6% más en una prueba de resistencia de seis minutos.

 

Con estos voluntarios se detectó una tasa cardíaca en reposo de 1.5% menor.

 

"Caminar es una excelente manera de mantenerse activo después de un accidente cerebrovascular. Es familiar, de bajo costo y algo que la gente puede hacer con facilidad", mencionó Carron Gordon, autor principal del estudio y profesor en el departamento de Terapia Física en la Universidad de las Indias Occidentales en Jamaica.

 

Muchas personas después de sufrir un derrame cerebral no tienen la energía suficiente y tienen el miedo constante de caerse al caminar y es por eso que dejan de realizar actividades cotidianas, tales como ir de compras o a la iglesia, asegura Gordon.

 

Los participantes en el estudio provenían de tres diferentes hospitales de Jamaica, habían sufrido un accidente cerebrovascular isquémico o hemorrágico, con una antigüedad de 6 a 24 meses previos a la realización del estudio y que además, podían caminar independientemente, con o sin bastón.

 

"Los participantes fueron supervisados por instructores durante la caminata, y con el tiempo, amigos o familiares caminaron con ellos hasta que los participantes se sentían cómodos para hacerlos ellos solos", comentó Gordon.

 

Uno de las características de los participantes en el estudio es que la mayoría eran de raza negra, pero que estos mismos resultados se podrían esperar en cualquier grupo étnico o cultural, según el líder de la investigación, no obstante los resultados no podrían ser similares si se extiende a pacientes con efectos graves o los que no pueden caminar sin ayuda.

 

"Caminar puede ayudar para controlar la presión arterial, reducir los niveles de grasa o lípidos y ayuda a controlar el peso además de a los factores de riesgo cardiovascular", concluye Gordon.

 

La Asociación Americana del Corazón hace la recomendación de hacer 150 minutos por semana de ejercicio moderado mínimo o 75 de ejercicio vigoroso, o una combinación de ambos, estas recomendaciones para gente sana y sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares.

 

 

 

 

A Una aspirina diaria se relaciona con un riesgo menor de contraer un cáncer de piel mortal en las mujeres

 Un estudio de gran tamaño descubrió que había una reducción de hasta el 30 por ciento en las probabilidades de contraer melanoma.

Las mujeres mayores que toman una aspirina de forma regular podrían reducir el riesgo de padecer el letal cáncer de la piel conocido como melanoma, sugiere un estudio reciente.

Y cuanto más tiempo tomen aspirinas las mujeres postmenopáusicas, al parecer más se reduce el riesgo de melanoma.

El efecto solo se ha observado en la aspirina, no en otros analgésicos, como el paracetamol (Tylenol), comentaron los investigadores.

Para realizar el estudio, el equipo de investigación recogió datos de casi 60,000 mujeres blancas que participaron en la Iniciativa de Salud de las Mujeres (Women's Health Initiative), un estudio a nivel nacional a largo plazo. Se preguntó a las mujeres, de entre 50 y 79 años de edad, qué medicamentos tomaban y otras preferencias en su estilo de vida.

Tras 12 años de seguimiento, los investigadores descubrieron que las mujeres que tomaron aspirinas tenían un riesgo un 21 por ciento menor de contraer melanoma en comparación con las mujeres que no las tomaron.

Pero es demasiado pronto como para extraer conclusiones, advirtieron los investigadores.

"La aspirina podría usarse para prevenir el melanoma, pero se necesita un ensayo clínico", comentó la investigadora principal, la Dra. Jean Tang, profesora asistente de dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California.

Este tipo de estudios basados en la población solo pueden mostrar una asociación entre la aspirina y la reducción del riesgo de melanoma, y no que la aspirina realmente ayude a prevenirlo.

Tang no cree que las mujeres deberían empezar a tomar aspirinas solamente como forma de prevención del melanoma. "Es demasiado pronto para afirmar esto", indicó.

Es posible que las propiedades antiinflamatorias de la aspirina fueran responsables de la reducción del riesgo de melanoma, sugirió Tang. "También es posible que la aspirina fomente la muerte de las células del melanoma", agregó.

No se sabe si también hay un efecto protector en los hombres, señaló Tang, que planea examinar esta cuestión en su nuevo estudio.

El nuevo informe se publicó en la edición en línea del 11 de marzo de la revista Cancer.

El estudio halló que el riesgo de melanoma de las mujeres que tomaron aspirinas durante al menos cinco años disminuyó en un 30 por ciento, en comparación con las que no las tomaron.

A fin de intentar aislar el efecto de la aspirina sobre el melanoma, el grupo de Tang tuvo en cuenta otros factores, como el tono y el bronceado de su piel, y el uso de protectores solares.

Cada año, en Estados Unidos aparecen casi 77,000 casos nuevos de melanoma y hay más de 9,000 muertes por esta causa, según el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU.

Una experta no ve que haya ningún problema en tomar aspirinas para la prevención del melanoma, sobre todo para las personas con antecedentes familiares de la enfermedad.

El uso prolongado de aspirina no está exento de riesgos (como el sangrado estomacal), pero los beneficios de prevención del melanoma superan a los riesgos en las personas vulnerables, comentó la Dra. Michele Green, dermatóloga del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York. Alabó la nueva investigación.

"Creo que es fantástica. Realmente es un estudio extraordinario", comentó Green.

"Si alguien tiene antecedentes familiares de melanoma, no veo ningún inconveniente en que tome aspirinas para esto", añadió. "Yo aconsejaría a mis pacientes con antecedentes familiares de melanoma que tomaran aspirinas en base a este estudio".

S La Sal pudiera ser un factor de riesgo para enfermedades autoinmunes como la esclerosis multriple

Dos trabajos publicados en Nature demuestran en ratones que la sal favorece la formación de células que destruyen la mielina. Un tercero sugiere nuevas dianas terapéuticas

La sal es un condimento indispensable en la cocina y también esencial para la vida. Pero un exceso, además de provocar hipertensión, podría estar detrás del incremento de enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo I, registrado desde hace medio siglo. El aumento del número de casos sugiere que debe haber factores ambientales aún desconocidos que influyen en la aparición de estas patologías, al margen de las causas genéticas.

En el caso de la esclerosis múltiple, aunque su origen aún se desconoce, los factores externos que podrían aumentar el riesgo de padecerla son la latitud (o distancia al ecuador) del país de residencia, que está relacionada con la menor exposición al sol y la producción de vitamina D por el organismo, y el tabaco, que correlaciona muy bien con la mayor incidencia de esta patología entre las mujeres, ya que, a diferencia de los varones, las féminas cada vez fuman más. Se apunta también, como en otras enfermedades autoinmunes, a lo que se ha denominado la teoría del exceso de higiene, que haría que el sistema inmune atacara al propio organismo en ausencia de gérmenes patógenos contra los que luchar.

Ahora, a estos factores ambientales “clásicos” podría unirse uno más, tan cotidiano como la sal, presente en todos los hogares del planeta. Y es que la tendencia a consumir alimentos precocinados, que pueden contener hasta cien veces más sal que la que se emplea en la cocina doméstica, hace sospechar a los expertos que pueda estar relacionada con el incremento de las patologías autoinmunes. De hecho, como explica David Hafler, que lidera uno de los estudios publicados en Nature, el exceso de sal afecta al sistema inmune, como su grupo ya había demostrado anteriormente.

Ahora Hafler, de la Universidad de Yale, demuestra que los ratones alimentados con una dieta alta en sal desarrollan una forma más severa de encefalitis alérgica, un modelo experimental equivalente a la esclerosis múltiple (EM) humana que se utiliza para el estudio de esta patología en el laboratorio. La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa que destruye la envoltura aislante de los nervios, la mielina, y dificulta la conducción de los impulsos nerviosos provocando alteraciones de la sensibilidad, la marcha o la visión.

La relación entre la sal y esta patología esta mediada por células del sistema inmune, en concreto las denominadas, TH17, que tienen un papel crucial en el desarrollo de enfermedades autoinmunes en general y en concreto de la EM. En condiciones normales, estas células denominadas auxiliares, ayudan a combatir los microorganismos, pero en exceso producen una inflamación perjudicial para el organismo, que es la responsable de la pérdida de mielina en distintas zonas del cerebro que causan los síntomas de la esclerosis múltiple.

Aumenta las células perjudiciales

"Los autores de los trabajos publicados en Nature demuestran claramente, al menos 'in vitro', tanto en cultivos celulares como en ratones, que la sal provoca el aumento de estas células “malas” del sistema inmune implicadas en la EM, las TH17, que a su vez producen citoquinas perjudiciales”, explica Xavier Montalbán, jefe del servicio de Neuroimmunología clínica del Hospital Universitario Vall d’Hebron y director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat).

Dos de los artículos publicados independientemente por sendos grupos de investigación llegan a la misma conclusión, como explica el doctor Montalbán: “En un ambiente con alta concentración de sal se produce un empeoramiento de la enfermedad en ratones, y también cuando se estudian las células por separado. Los autores especulan que quizá el cambio de hábito alimentario ocurrido a nivel global, a favor de la comida rápida con exceso de sal, podía ser una de las causas que justificasen el aumento de la incidencia de esta patología”.

Montalbán aclara que de estos estudios, “muy convincentes”, no puede deducirse que la sal sea la causa de la esclerosis múltiple. “Tampoco podemos decir todavía que tomar menos sal vaya a mejorar el curso de la enfermedad. Solo podemos decir que hay indicios de que la sal tiene que ver con la gravedad de la patología”.

Estudios epidemiológicos

Como recalcan los autores de los trabajos presentados en “Nature”, aún queda por llevar a cabo estudios epidemiológicos que demuestren si las personas con EM toman más sal que aquellas que no la padecen. Y, lo que es más complejo aún, “demostrar en un ensayo clínico que la modificación del aporte de sal en la dieta produce algún cambio en la evolución de la enfermedad”, aclara Montalbán. Una pista interesante podría provenir de las personas que padecen hipertensión y están sometidas a dietas bajas en sal. En concreto, apunta, sería interesante ver si entre este colectivo el número de casos de esclerosis múltiple es menor, una forma de comprobar la hipótesis propuesta por el grupo de Hafler.

Después de estos trabajos, “se abre un periodo de reflexión y aportar ideas y aumentar el conocimiento sobre esta enfermedad. Pero de entrada son muy interesantes y abren vías completamente nuevas y de alguna forma refuerzan la hipótesis del componente ambiental de la esclerosis múltiple”, concluye Montalbán.

Nuevas dianas terapéuticas

Un tercer artículo publicado en Nature aclara el mecanismo que regula la formación de las células TH17, de importancia crucial en las enfermedades autoinmunes. Aviv Regev, investigador principal, con su grupo de la Universidad de Harvard, identifican varios puntos clave para la regulación de estas células auxiliares, que podrían convertirse en nuevas dianas terapéuticas para el desarrollo de nuevos fármacos que ayuden a combatir estas patologías autoninmunes, entre ellas la esclerosis múltiple.

Las celulas Th17 son un tipo de linfocitos T que se caracterizan por la alta producción de interleuquina17 (IL-17), que intervienen como mediador en los procesos inflamatorios, promoviendo la liberación de citoquinas que inducen inflamación y, sobre todo, reclutando neutrófilos y monocitos al foco de inflamación, explica Carmen Guaza, responsable del grupo

de Neuroinmunología del Instituto Cajal (CSIC). Según explica la doctora Guaza, hay una correlación entre los niveles de IL-17 y la presencia de placas activas de desmielinización, además de aumentar su concentración en el líquido cefalorraquídeo durante los brotes en los pacientes con EM recurrente-remitente. Por ello se las considera un tipo celular relevante en la génesis de esta patología, y se las responsabiliza de llevar a cabo el daño sobre la mielina.

La esclerosis múltiple afecta en nuestro país a unas 46.000 personas y es la segunda causa de discapacidad en adultos jóvenes, después de los accidentes de tráfico. Esta patología suele aparecer entre los 20 y los 45 y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. Entre los primeros síntomas de la enfermedad destacan la alteración de la sensibilidad y de la marcha y los trastornos visuales. También son síntomas frecuentes los problemas de memoria y concentración, la pérdida de fuerza o las alteraciones urinarias. Aunque aún no se ha encontrado una cura definitiva, en los últimos años han salido al mercado diversos fármacos que reducen los brotes de la enfermedad y la discapacidad que genera.